blues del desarmadero

 

 

 

Francisco Chiroleu: rapsodia en azul o nocturnos del cadalso

 

Blues del desarmadero. Francisco Alberto Chiroleu. Lexia Ediciones, Rosario, 2009. 72 pp.

 

Las múltiples formas desde las que se puede abordar un poemario, nos brinda las herramientas para identificar sus márgenes referencialistas; es decir, sus líneas o motivos medulares que nos da la posibilidad de explicar sus alcances discursivos, implicados también con sus variantes lingüísticas, visuales o rítmicas. Algo que, a manera de manifiesto político-estético, podría darse también en el Blues del desarmadero, libro de Francisco Chiroleu, que desde el título puede ser leído como un sumario de ausencias, excesos y desapariciones, descritas desde la serenidad y la crudeza del memorialista.

Francisco Alberto Chiroleu, nació en Rosario, Argentina, en 1950, editor, fotógrafo, webmaster, director del portal electrónico de literatura Lexia, autor de libros como El reloj de humo (1974) y Memoria de la estación de las lluvias (1976), es un poeta que aborda con sobriedad -y no por ello de manera menos pasional y crítica- los horrores históricos de la violencia política y el terrorismo de Estado, de torturas, muertes y desapariciones habituales, a partir de la poetización de eventos que han pasado a caracterizar el largo y difícil período determinado por la ola antidemocrática que cubriera de oscurantismo a muchos países de América Latina, durante la segunda mitad del siglo XX. Tiempos de dictaduras, muertes, torturas, horror, desolación y desapariciones forzadas.

Quizá, a partir de este eje temático, Blues del desarmadero, podría hablarnos de una estética política y social de cuño relativamente reconocible en muchos autores de su generación; pero, no obstante, hay en la poética de Chiroleu una frescura casi contracultural, o significativamente underground, ligada al rock y al blues, que facilita la tarea de adentrarse en el universo poético de Chiroleu. No obstante que, al hablar de poética, para lo que ahora nos detiene, resulta más conveniente rescatar la noción aristotélica del asunto –donde poética encarna un concepto omniabarcante para el arte, análogo al de estética- que, a manera de paradigma estilístico, resulta útil para ubicar críticamente las principales aristas de este libro.

Es por ello que, si delimitamos los márgenes temáticos entre los que pendula el Blues del desarmadero, ubicando sus principales vetas creativas y líneas de lectura podemos decir que estos versos, parecen llevar, como sonido de fondo, algunos nocturnos, o quizá más precisamente la Rapsodia in blue de Gershwin, que, como bajo continuo, determina un ambiente sombrío y lunar, marcado por referencias a rock stars, como Bob Dylan, Franz Zappa, George Harrison o Federico Moura, además del trovador cubano Silvio Rodríguez.

Es por ello que, Francisco Chiroleu, con estos poemas, nos va guiando a través de una geografía traumática, por el espacio tortuoso de la memoria, hecha poesía y hecha carne, mostrándonos sus hematomas físicos y emocionales, como parece sugerirlo su prologuista Rubén Vedovaldi. En un conjunto de versos que se presentan como un recorrido luctuoso y fantasmático por las rutas de los condenados a muerte, de los torturados, de los ejecutados y los desaparecidos; en un entorno agobiado por celadas, crímenes, ausencias y los rigores y abusos de la dictadura militar, en poemas elusivamente descriptivos de los violentos excesos de la contención y represión articulada desde el Estado, y sus formas de terror político y militar.

Tal vez, por ello, si consideramos lo dicho hasta aquí, podríamos estar ante un libro hierático, rígido agobiado por las acechanzas de la desolación y de la muerte, como principio de lectura, pero Blues del desarmadero nos permite encontrar también resquicios incontaminados por el horror y la muerte; edificados para la nostalgia, el amor, la amistad y la solidaridad, acompañados todos por el sonido melancólico pero vital del blues. Pero no solo como tristeza, sino como saudade, aquella bella palabra portuguesa que alcanza los metafísicos niveles de la desolación en el alma; como en sus “Saudades con Marlowe & Soriano”, donde ya no es el gato de Soriano el compañero de las largas noches insomnes, sino “La sombra de un gato muerto”; o en las noches de los asesinos, de los fusilados, de los terribles comunicados militares, entre tumbas, flores secas y podridas; además de los niveles idílicos alcanzados por la ciencia de la muerte y las desapariciones, donde la memoria colectiva persiste a pesar de las trampas oficiales, o las dimensiones del amor proletario, que encontramos en el poema “Chani”, por ejemplo. Pero, sobre todo de la desolación, ante ese amor, no acorde con el espacio vital, como en “Sumario secreto”, poema dedicado a Césare Pavese, que dice: “Allá estamos solos / dijo mirando al cielo.// Aquí también / dijo mirando la ciudad.// Se abrió el pecho/ y se perdió / en la sangre clandestina. // Nunca más estuvo solo. // Los diarios publicaron / se investiga / la misteriosa muerte / de un poeta.” (p.26); o el también pavesiano “27 de agosto de 1950”: “Trabajar cansa/ decía siempre / mientras la vida / le jugaba sucio”.

            Pero hay aquí poemas fundamentales que marcan el estilo devastador de este libro, como “Electroshock”: “Los condenados a muerte no pueden elegir / bailan junto a Zorba en playas desconocidas, / fumando tabaco negro / para evadirse de los pueblos miserables” (p.19); o “Moritat”: “Qué pensaba la mujer que leía esos versos / en la plaza de los bailarines muertos”, además del poema que da título al libro, “Blues del desarmadero”: “Seres procaces / muerden mariposas y alambres / Lloran tuercas y bulones / sangran las cuadernas destrozadas” (p.41).

Pero no solo eso, sino que, este libro, desde su portada, está acompañado de imágenes, de collages o fotomontajes, realizados a la manera Dadá, por Bruno Chiroleu, pero más ligados a lo que en la Alemania nazi fue llamado entartete kunst, o arte degenerado, con un gustillo sacado del imaginario policiaco o militar de Otto Dix, que refuerza el ambiente fresco, sombrío y fraterno de este blues, que invita a desarmarnos y ascender así a las regiones vitales y esperanzadas de la poesía.

 

(C) RAFAEL OJEDA. ESPECIAL PARA REVISTA SIETECULEBRAS