MAÑANA EN ÉXTASIS

 

 

 

     Estoy al sol, estoy al sol. Me ven una papa patria y un mate del río Cosito.

 

     El sol florece tanto que el sol no florece mientras la flor está sola.

 

     Y si la nada ya está llena, no importa porque no importa nada: el ala que está por cerrarse pasa, hormona con mechas ardientes, por la inundación.

 

     Ya el tiempo se dirije al tiempo, aguanta un regocijo pero con la aureola. Ya el tiempo, red desnuda, en el vientre de la poesía encuentra un caramelo ácido.

 

     Pero es la mañana la que dice ah!... La quiero tener como a una mujer sutil o me chamuscaré en su temblor, la voy a olvidar.

 

 

 

TE VOY A CORTAR LOS OÍDOS

 

 

 

     Te escribo detrás de una radio apagada. Te llamo, sin manera. Te hablo, manoteador de la oreja única de una pasión. Como otro los dientes de su muerta, yo muero por tus oídos, para en ellos dormir lo que seda y arrancarme.

 

     Te voy a cortar los oídos y pasan las nubes de la nula mudanza. Gota que hubieras guardado, yo soy esa gota, rota. Y vos, el primer mundo que no puedo mirar. Es que tu credo no coincide con mi cerdo, Oscuridad, apoyada en un brillo de separación.

 

     Me voy, me voy, a no calzar la verdad. Ni preguntarte ¿cómo me llamo? ¿qué hay, qué no, en un corazón? ¿en qué pensás cuando tus ojos me ayudarían? ¿estás? Sorda de la una de la mañana... Tus oídos mezclan las letras, es toda la apoteosis que saben gozar.

 

     Agarrate, el viento está loco, parece que habla el deseo de ser: la cosa es encontrar algo que no podés golpear sin entrar. ¡Viento, a su casa, tras otras, llevá una palabra de este avión de papel!  

 

 

 

ORACIÓN DEL AMULETO

 

 

 

     TAZA, ácido del Oh, mi vida es razón suficiente para el Theo.

 

     Comé, miserable noble. Al rey no llega la piedra, se pudre. Amarrate, ahora y nunca, a globos extraviados que no revienten nunca.

 

     Con la llave gira la mano, con la puerta se abre la casa. Conmigo con vos. ¿Quién así no negocia su candelada del amor por la luz?

 

     Quisieras un pozo pero vamos a escapar. En la lluvia sudarás. En la llena leona.

 

     Un pozo es el cielo y otro cielo es la brisa de un aliento mortal. ¡Piedad, sistema rabioso! La aorta va al sol por un vaho. ¡Piedad a golpes!

 

     Amuleto, yo te digo: nos irás a deshacer; amuleto, poca nieve, un día más días será. O quema derviche-che nadando el jugo de las flores.

 

     Es un arma esa herida en tu pupila entre el sol final y el mar de amor, es la “flor” escrita con un cuchillo en las entrañas.

 

 

 

FLORESENCIA

 

 

 

     Clorofila anfibia, clorofila anfibia, la pasión y la desolación en una sola pasión.

 

     Clorofila anfibia, clorofila anfibia, cortante la esperanza de la que nadie te vio salir.

 

     Te agarro un campo en flor. Te agarro la villa de todas las broncas.

 

     Conozco ese lugar apasionado por un no idilio.

 

     Sale la luna. Llueve desde ayer. Floresencia no existe (y un sol menstrual vagabundea).

 

     Deshacete del agua, mar.

 

 

 

Poemas de “La Religión Imposible”

 

 

 

Gabriel Francini

 

 

 

 

 

 

Gabriel Francini nació en Buenos Aires en 1982.

Publicó un libro de poesía, Canciones (Tantalia, 2005).