IRRUMPEN LOS SICARIOS Y LAS LUMINOSAS BALAS DE LA MUERTE

 

Irrumpen los sicarios y las luminosas balas de la muerte

entran y salen del cuerpo del trovador

y el que muere acribillado no es Facundo Cabral

es Ascasubi, es Hernández de las pampas, es Hernández de España,

es José Martí y todos los ciervos heridos de las canciones de José Martí;

es Rubén Dario y todos los que vinieron después de Rubén Darío;

es Octavio Paz. Y es la paz que todos los trovadores seguirán reclamando;

es Gabriela, Alfonsina, Alejandra, Violeta, María Elena;

es Macedonio, Oliverio, Francisco Madariaga, Víctor Redondo,

es Neruda, Huidobro, Vallejo, Drummond, Guillén,

es Camoens, Pessoa, Hölderlin, Heine, Rilke,

es Byron, Keats, Eliot, Dylan Thomas,

es Virgilio, Petrarca, Pavese, Montale, Campana,

es Rimbaud, Baudelaire, Verlaine, Mallarmé, Valéry,

es Bécquer y todas las oscuras golondrinas de Bécquer;

es Machado y con Machado, todos los que hacen camino al andar;

es Alberti y todas las palomas equivocadas de Alberti;

es Juan L. Ortiz y todos los ríos y esteros ensangrentados por el duelo

y es Yupanqui y todos los arrieros cantados por Yupanqui.

Es Dante, es Shakespeare, es Whitman.

Es Borges y es Homero.

                                                                      

 

                                                                  Miroslav Scheuba