“Ángeles dormidos”

 

Llueve.

Frente al telón,

Nosotros

Al viento.

 

Sin cita,

Sin promesa,

Sin cantares,

Ni recuerdos.

 

De repente

Tu abrazo,

Me encuentra,

Fuego entre espejos.

 

Cada tanto,

Una sonrisa con espinas,

Un gesto vagabundo,

Un beso.

 

Ángeles dormidos

Bailan

En escenarios,

Inexistentes.

 

Rozarte los dedos,

En la realidad,

No en un sueño.

 

 

 

 

 

 

 

Historia de viejos romances"...

 

Zapato de taco aguja,

Negro, de suela roja,

Filoso arrasador de minas.

 

Estremece su andar,

Pinta huellas en las pieles,

que se entierran sin olvido.

 

Embriagado, desnuda labios,

Seguro en sus avances,

Aprieta manos,

 

Historia de viejos romances.

 

Vertiginosas locuras hace vivir,

Desconoce alquimias,

Fugitivo nato

de una soledad

que salpica encanto.

 

Hoy la noche reclama pista,

En un 1, 2, 3 un giro, un guiño.

Curvas que se tensan en el salto,

Y caen sobre el calor

de aquel taco que domina.

 

 

 

 

 

“Bolsa de Arpillera”

 

 

De una bolsa de arpillera rescaté todos los rostros de mi infancia,

y encontré aquel que me desvelaba por las noches...

Sin poder dejarlo ir, lo observé por horas.

Noté que había envejecido, acaricié sus arrugas firmes.

Aquellas que alguna vez me asustaron tanto sin un por qué...

Su mirada profunda todavía me seguía mirando, y yo sin poder hacerla desaparecer.

 

 

Todas las cosas que nunca dije...

Todas las cosas que hubiese debido hacer...

Debí haber llorado cuando te metieron en esa bolsa, sin saber qué sería de ti.

No pude, como no puedo ahora...

Sólo te puedo sostener en el reflejo de mis anhelos y en la sombra de mis deseos.

 

 

 

Te extrañé tanto que hasta  se convirtió en un tormento,

Y hoy te encontré guardada tan cerca de mi...

Recuerdo...

Todas las cosas que nunca dije...

Todas las cosas que hubiese debido hacer...

Metidas en el sarcòfago de mi infancia.

 

 

Debí haber llorado?...

Debí haberte sostenido hasta el final?...

Pero no pude, como no puedo hoy.

Algo me dice que tan solo te deje ir...

 

 

Y  suelto el rostro, sin mirar  adónde cae

Me despido... y  lloro como una niña...

Como debí hacerlo en aquel entonces...

 

 

 

 

 

“Un adiós sin respiro” 

 

     El silencio

     Está mordiendo

    Tus sentimientos.

 

     Se esconde alborotada

     La luz

     Detrás del cielo.

 

     Un sueño violeta

     Cae al mar

     Y se astilla en sales.

 

 

(c) ROMINA AMODEI 

 

 

 

 

 

Romina Amodei, nació en Buenos Aires en 1978.

Escribe prosa y poesía .

Realizó estudios de Periodismo e Historia del Arte.

Fundó hace algunos años la página web:

La Puerta Azul: www.lapuertaazul.com.ar

 la cual edita actualmente.

Para contactarse con la autora pueden escribirle a:

romina.amodei@gmail.com

 

 

romina amodei